Raúl Cuero

Raúl Cuero

Pocas veces un inventor colombiano sobresale con tanto éxito en el contexto mundial; más aun siendo, como Raúl Cuero, afrodescendiente colombiano. Nacido en Buenaventura, Raúl Cuero, exbasquetbolista, es una autoridad en microbiología, con más de 14 inventos patentados y un amplio ejercicio investigativo con más de un centenar de publicaciones en revistas científicas de amplio reconocimiento, lo que le ha llevado a ser asesor de la NASA en investigación biológicas sobre MARTE.

 

Ha escrito el libro "El triunfo y la supervivencia", basado en sus 20 años de experiencia en el campo de la ciencia, los descubrimientos, inventos y exploraciones a través de la vuelta al mundo. 


Notas sobre Raúl Cuero

Reportaje a Raúl Cuero: https://www.raulcuerobiotech.com/documentacion/cueroarticulouantioquia_09_2k8.pdf

Página oficial: https://www.raulcuerobiotech.com/

 

Doctorado Honoris Causa, UdeA: https://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/R/raul_cuero_honoris_causa/raul_cuero_honoris_causa.asp

¿Cómo se hace un inventor? Reportaje. : https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4235443

 

 
  Cuando chico yo jugaba con cucarachas en la casa de mi abuelita…era una casa vieja… sólo [llena de] cucarachas, pero [también de] mucho amor. Mi abuelita me levantaba a la cinco de la mañana a rezar la oración del día, me acostaba a las seis y me levantaba otra vez. Las cucarachas abundaban entre las seis y las once de la mañana. Yo las observaba porque no había otra cosa más que observar y lo interesante era que yo veía que andaban en pares, a la edad de los cinco años supe esto, y me preguntaba por qué andaban en pares, pero nunca las veía en pares a medio día. Me quedó esa sinapsis, hasta que llegué al colegio y entendí que era por las feromonas.




A finales de los 60 y comienzos de los 70 el país supo de él por sus zancadas y sobresaliente desempeño a la hora de convertir y evitar cestas. Al fin de cuentas era basquetbolista de élite y a donde iba como representante de la Universidad del Valle, o de la liga de baloncesto vallecaucana o del seleccionado nacional imponía su supremacía en el juego. Luego Colombia no volvió a saber nada o casi nada de él, aunque fuese muy conocido y reconocido en el resto del mundo, sobre todo en el académico científico de Estados Unidos y de Europa.




Cuando emprendió su viaje, desde su natal Buenaventura, pasando por la Universidad del Valle donde estudió biología, hasta las más encumbradas instituciones formativas y científicas de Estados Unidos y Gran Bretaña, a Raúl Cuero le ha rendido la vida, el conocimiento y la experiencia. Se ha mantenido en las cumbres, pero a pesar del prestigio intelectual que su trabajo investigativo le ha deparado, nunca olvidó ni sus raíces, ni las vicisitudes por las que tuvo que pasar, ni las circunstancias que lo llevaron a escalar el pódium más alto de su carrera, no como deportista, sino como consumado científico inventor y, ante todo, humanista practicante.

Su larga trayectoria de inventor se remonta, como él mismo lo recuerda y lo reconoce, cuando desde chiquito, en la humilde casa de la abuela en el litoral pacífico, observaba el frenesí de las cucarachas y las lagartijas.

¿Por qué a ciertas horas aparecen y desaparecen, por qué andan en pares? Las respuestas a esas y muchas otras preguntas pueriles las comenzó a dilucidar años más tarde en el colegio y en la universidad. Las respuestas halladas nunca calmaron su habitual sed de saber, ni su curiosidad, ni su inventiva, puesta a prueba todos los días, como aquel día que en el laboratorio de la Universidad del Valle hizo crecer una planta sin clorofila.

Un profesor de la Rockefeller, invitado al centro de educación superior, se enteró de esa gracia y, sin dudarlo, se lo llevó para los Estados Unidos a continuar los estudios.

Tras su paso por las universidades de Tiffin y Columbus, Ohio, Estados Unidos –en esta última realizó una maestría en ciencias, patología de plantas– y en la Universidad de Strathclyde, de Glasgow, Escocia, donde hizo su doctorado en microbiología, en la actualidad cuenta con más de 14 invenciones de impacto mundial patentadas y otras en proceso de patentación.

Pero sus logros científicos no culminan ahí. Cuero lidera el último paradigma de la biología sintética, que va más allá de la ingeniería genética, y es la base de la nueva industria en el mundo. Fue el primero en demostrar la importancia de Marte para la Tierra, con lo cual obtuvo el premio en ciencia y tecnología de la Nasa en 2007 y acaba de ser postulado de nuevo para recibirlo en 2010 por su descubrimiento de la molécula que previene el cáncer de piel al bloquear los efectos de los rayos ultravioleta. Coinvestigador de la Nasa para proyectos de biogénesis en la Luna y Marte.

Profesor distinguido de la Universidad Prairie View A&M University of Texas. Distinguido como mejor estudiante de Gran Bretaña cuando cursó su Ph.d. de microbiología. Distinguido en 2008 como destacado científico inventor por el Prairie View A&M University of Texas, uno de los sistemas universitarios más grande de Estados Unidos, con más de cien mil estudiantes, más de 6.000 docentes, 200 de los cuales son científicos y 15 son inventores. Es el único hispanoamericano reconocido como tal por dicha universidad. Es uno de los seis investigadores principales del centro de Climber, conformado por las universidades de Berkeley, Harvard, MIT, Texas, San Francisco y Stamford, y es invitado a Climber, creado en 2003 por la National Science Foundation, por ser reconocido por la Nasa y por ser uno de los seis científicos de mayor influencia en los Estados Unidos, como lo resaltó el Wall Street Journal. Declarado líder científico y aportante a la educación al más alto nivel del Estado de Texas. Destacado en dos oportunidades como el mejor latino de los Estados Unidos. Único latino inscrito en el libro Quién es quién en ciencias en los Estados Unidos. Registra más de cien publicaciones científicas.

Su autoridad radica, sin duda, en todo ese caudal de conocimientos y de inventos que procuran mejorestar para el hombre, pero también en su humildad y en el deseo de legar a las generaciones de ahora su cosecha científica, pero también los principios y valores que considera él imprescindibles para el buen vivir propio y de los demás, como lo viene haciendo como fundador y presidente de los parques de la creatividad, con sedes en Israel, África, México, Estados Unidos y Colombia –Manizales y Bucaramanga–, para formar jóvenes científicos, inventores, humanistas.

 

Convencido de que la investigación demanda muchos recursos, pero no la invención, se empeña en incentivar la creatividad como imperativo para el desarrollo, como el camino para sobreponerse a las dificultades, pues, afirma, la educación no es cuestión de estética ni de estatus, y no es suficiente con ser bueno, sino que hay que buscar la excelencia, no el perfeccionismo, que responde a una concepción religiosa que desconoce la naturaleza humana y que castra. Para ser inventor, asegura, hay que ser ecléctico en el proceso y por tanto evitar el prejuicio, el dogmatismo, el radicalismo y mantener la mente abierta. La creatividad no se aprende, se hace, concluye. (LJLB)

El hambre, la necesidad, la diáspora son, al parecer, insumo de la creatividad?
—Siempre la deficiencia le estimula a uno a buscar por el complemento, y la única forma es a través de la creatividad. Ningún hombre está completo. La búsqueda de la existencia completa es diaria; es como la oxidación-reducción en química: unas veces ganamos, otras veces perdemos, hay que hacerlo así para poder mantener la homeostasis, la cibernética de la sociedad. Si el hombre está completamente satisfecho va a existir desequilibrio en la sociedad. Entonces, uno siempre está en deficiencia y siempre está tratando de cubrir esa deficiencia con creatividad.

Usted afirma que la creatividad, la innovación, la investigación tienen sentido para el aquí y el ahora de la existencia humana? ¿Qué opina de las investigaciones en nuestro medio, tan de frontera que sólo serán útiles en cien o doscientos años?
—Lo uno no niega lo otro. Todo lo que uno haga está dentro del tiempo adecuado.

Es cuestión de darle valor a lo que uno hace. El valor es algo que se cuantifica, es algo que tiene que ver con eso que uno descubre o inventa con la existencia de uno. Toda investigación es buena, pero lo importante es buscar la aplicación de ella a la existencia de uno, en la era o en el momento que uno vive. Uno puede iniciar una investigación que quizás no sea de valor en ese momento, pero uno debe encontrarle el valor para ese momento.

¿Qué es lo que les brinda a los jóvenes en los parques de la creatividad?


—Los insumos son, primero, observación y curiosidad; segundo, su estado de desarrollo fisiológico, que es la adolescencia, por la relación endocrinal-neuronal, y tercero, el apetito que ellos tienen por el conocimiento, como resultado del país que les ha tocado en los últimos veinte años, enfrentados a más incertidumbres. Para sobreponerse a las incertidumbres ellos tratan de elevar al máximo sus pensamientos, pero requieren de un mentor, como en mi caso, que tenga experiencia y les canalice esa emancipación superior que tienen.

¿Por qué pareciera ser un sino trágico la riqueza y el potencial de los colombianos?

—Tenemos una lucha existencial entre el fatalismo y el perfeccionismo, y además, todos los elementos que vivimos han sido introducidos por otras culturas, no tenemos identificada una universalidad en nuestros procesos y entonces jugamos entre el ser y el tener y a las personas se les escapa la percepción de realidad, se les escapa la percepción de que el conocimiento tiene que satisfacer su existencialismo.

¿Qué tan permeable es la comunidad científica a sus planteamientos respecto del sentido de la ciencia y su aplicación para el progreso de la gente en el momento que vive?

—Es difícil para mí percibirlo porque he retornado recientemente al país y hay que ver cómo reacciona, pero lo importante es que yo ya estoy haciendo estas cosas con el parque de la creatividad. Uno debe hacer las cosas, sacar resultados y cuando se sacan resultados en toda sociedad fetichista la gente se asume al resultado. En toda sociedad humana hasta donde yo conozco la gente reacciona positivamente al final cuando ya hay un resultado.

Usted recomienda que a los niños hasta los 12 años se los deje libres y se les brinde formación antes que información.

—Formación no es solamente dictar una información; formar es ser mentor, los padres son mentores y deben permitir que los hijos tomen riesgos, guiándolos cuando lo requieren, no indicándoles lo que deben hacer.

¿Cuál es su pálpito frente al futuro del país, frente a los jóvenes y su relación con la ciencia?

—Soy muy optimista. Yo no pensaba ser doctor, no pensaba ser inventor, y comencé aquí en este país, y fui a otro país. Obviamente hay dificultades. Pero, en todo lo que he andado, los jóvenes colombianos son de los que más apetito intelectual tienen y por eso hago los parques aquí, pero hay que complementarlos para que utilicen eso para existir y puedan seguir desarrollándose, no guardar el conocimiento.

Usted invita a la autenticidad, a que la gente se preocupe por el ser antes que por el tener

—El tener es una consecuencia del ser. Ninguna sociedad comenzó teniendo, y toda sociedad cuyos elementos han sido introducidos tiende al tener. Los norteamericanos construyeron a Norteamérica y en ese proceso les tocó ser y eso es lo que nosotros no hemos hecho todavía.